En las últimas décadas, sea por convicción o por imposición, es bien conocida la mejora realizada en la gestión medioambiental de la actividad industrial, sobre todo debido a una mayor concienciación social reflejada en normativas de vertido o emisión cada vez más estrictas, junto a la implementación de modificaciones en proceso, en la monitorización, buenas prácticas, etc, las cuales se han traducido en la obtención de sistemas de Gestión Medioambiental.
Desde Grupo Vento, hemos ido observando esta evolución, ayudando como partner tecnológico a la reducción de emisión de contaminantes, por debajo de los límites permitidos.
Este enfoque ha ido claramente vinculado a una “Economía Lineal”. Es decir, una economía en la que en el proceso industrial se obtienen unos bienes o productos, a partir del consumo extensivo de materias primas, agua y energía. Si bien, por razones económicas se procuraba –no siempre- el máximo rendimiento en la utilización de estos recursos, las políticas y medidas medioambientales iban enfocadas fundamentalmente a la reducción de la contaminación de los medios receptores (agua y aire), mediante el tratamiento de los vertidos o emisiones.
En los últimos años, sin embargo, se está apostando desde las instituciones, gobiernos (Agenda 2030) y agentes industriales, por la aplicación de la ECONOMÍA CIRCULAR.
En un mundo llamado “moderno” no se nos escapa, que el consumo galopante de recursos naturales del planeta es finito. Que es imposible mantener una economía que base su crecimiento en unos regalos de la naturaleza que tienen fecha de caducidad, máxime si no cambiamos nuestros procesos y hábitos: madera, carbón, petróleo, agua, etc. No solo peligra la disponibilidad de recursos, sino que es fehaciente el aumento en la contaminación y degradación del medioambiente.
Se impone, con lógica, la reutilización energética, tanto de forma directa como indirecta. En primer lugar, desarrollando procesos productivos más eficientes, con uso de energías alternativas como la eólica, fotovoltaica, los combustibles bio-renovables, etc; así como búsqueda de la optimización de los flujos energéticos en el proceso. Y en segundo lugar, reutilizando los desechos y subproductos, tanto personales como industriales, para generar de nuevo fuentes de riqueza. Esto es, explicado de forma resumida, el principio de la Economía Circular. Un planteamiento de los nuevos proyectos y modificación de los procesos existentes, maximizando la reutilización de los recursos (agua, energía, materia prima), lo que puede incluir la valorización energética o como materia prima de los subproductos de proceso.
Este cambio no es sencillo, pues supone para las empresas inversiones que pueden ser elevadas. Sin embargo, desde Grupo Vento tenemos la experiencia de conocer de primera mano que la introducción de este enfoque tiene, en la mayoría de las ocasiones, un retorno económico. En algunos casos, incluso muy rápido. La Unión Europea en su informe en 2018 sobre la agenda de impulsión de la Economía Circular, estimaba un beneficio anual de 1,8 billones de euros en el conjunto de la UE. Es por ello que desde las Directivas europeas y su trasposición a los gobiernos nacionales, se está empezando a promocionar directa o indirectamente el apoyo a la Economía Circular. Por ejemplo, mediante la mayor valoración de los proyectos, en las licitaciones públicas, que incorporen este enfoque (por ejemplo, mediante minimización de los vertidos residuales y máxima regeneración del agua); penalizando en mayor medida los caudales elevados de vertido y además, priorizando las ayudas a los proyectos de mejora empresariales que incorporen estos conceptos.
En definitiva, advertida la insostenibilidad del actual modelo lineal que se ha impuesto como el patrón de desarrollo económico dominante, es necesario avanzar en la implementación de un modelo de desarrollo y crecimiento que permita optimizar la utilización de los recursos, materias y productos disponibles manteniendo su valor en el conjunto de la economía durante el mayor tiempo posible y en el que se reduzca al mínimo la generación de residuos.
Según la UE, “La transición de una economía lineal a una economía circular requiere de una actividad coordinada entre las Administraciones, los sectores económicos y el conjunto de la sociedad. Además, en este proceso y para la consecución de los objetivos propuestos es necesario desarrollar y aplicar nuevos conocimientos, que den lugar a nuevos desarrollos tecnológicos, a procesos, productos y servicios innovadores, que permitan a través de su adopción contribuir a la competitividad de nuestras empresas, a la vez que se generen nuevas oportunidades de negocio y se creen nuevas cadenas de valor.
En este contexto, es importante destacar que la transición hacia una economía circular exige la adopción de innovaciones no sólo tecnológicas sino también organizativas y sociales imprescindibles para impulsar el cambio necesario en los modelos de producción y consumo.”
Citando a dicho texto, desde GRUPO VENTO por nuestra experiencia podemos colaborar por lo que respecta a “nuevos desarrollos tecnológicos, a procesos, productos y servicios innovadores, que permitan a través de su adopción contribuir a la competitividad de nuestras empresas, a la vez que se generen nuevas oportunidades de negocio y se creen nuevas cadenas de valor” . Y es que, como expertos fabricantes de tecnología y equipos utilizados en el sector industrial, siempre se ha trabajado este tipo de economía. Ha sido, por convicción, uno de los pilares conceptuales en los proyectos y soluciones ofrecidos y/o implementados.
Corrían los años cuarenta del siglo pasado, cuando nuestro fundador el Sr. D. José Vento diseñaba equipos industriales para recoger los residuos vínicos (Lías, Orujos y vinos de baja calidad) y los transformaba en alcoholes para uso de boca, materia tartárica, para que otras industrias hicieran acido tartárico, pepitas de uva seca, para hacer aceite. Y con el residuo final, combustible para la propia industria. De esta forma se cerraba un círculo, tanto económico como energético, haciendo desaparecer un residuo industrial, al transformarlo en otros productos con valor añadido y con autosuficiencia energética.
Han pasado muchos años y los procesos industriales han mejorado, primero para sacar nuevos productos, como en el ejemplo que manejamos, obteniendo colorantes naturales de las pieles de los orujos procedentes de las uvas tintas. Antioxidantes naturales como el Resveratrol, fibra de alimentación humana, etc. Pero esto no nos da la verdadera dimensión de una Economía Circular, pues en estos procesos se producen consumos energéticos y efluentes con carga potencialmente contaminante.
En cambio, los procesos industriales donde el Grupo Vento participa activamente, tanto en investigación Europea como Nacional, permiten al quitar del medioambiente productos potencialmente contaminantes, que gastan recursos energéticos y medio-ambientales, como es el caso de los alcoholes impuros desechados en la fabricación del alcohol de boca. Estos alcoholes se pueden descomponer, mediante un reformado catalítico a alta temperatura, en moléculas carbonosas de baja densidad y en Hidrógeno susceptible de generar energía eléctrica para la propia industria alcoholera, cerrando de esta manera un círculo de producción más eficiente y sin contaminación.
Aunque estrictamente no estamos hablando de Economía Circular, desde el momento en que utilizamos recursos energéticos para deshacernos de los residuos industriales y los transformamos en productos útiles, nosotros los participantes de este proyecto empresarial llamado Grupo Vento, consideramos que aportamos, con nuestros diseños y desarrollos industriales, no solo una mejora económica en el proceso, sino también una reducción significativa en la huella energética y en el consumo de recursos, teniendo por tanto un impacto medioambiental positivo.
Son múltiples los ejemplos a lo largo de los años de historia del Grupo Vento, donde residuos industriales de difícil o costoso tratamiento han sido reprocesados para obtener nuevos productos, minimizando el vertido de efluentes. En la mayoría de los casos, para generar aguas más limpias, fertilizantes agronómicos, o productos nuevos.
Como ejemplos de lo anterior sirvan unas pinceladas:
– Aguas limpias y un principio antioxidante de las aguas de repelado de las almendras, altamente contaminante.
– Molécula para cosmética de los productos procedente de la desodorización de los aceites de oliva.
– Fertilizante orgánico de las aguas residuales de la destilación de vinos, orujos y lías de vino.
– Fertilizante químico-orgánico de las aguas residuales de la regeneración de las plantas de rectificación del mosto de uva con resinas de intercambio iónico.
Por todo lo expuesto y como resumen, decir que la Economía Circular no solo es: “Respeto a los límites del Planeta”, “Nada se pierde, todo se transforma”, “La Naturaleza tiene la respuesta”, “ Disfrutar antes de poseer”, etc.
Además, hay que ser muy conscientes de “Lo que hoy es un residuo, mañana será un recurso”. Y en este punto es donde el Grupo Vento se encuentra: la sostenibilidad económica de las inversiones.
Finalmente, queremos incidir en este artículo, en la importancia de la Innovación Tecnológica y de la I+D, tanto pública como privada. Grupo Vento, a lo largo de los años, ha ido invirtiendo para aumentar su know-how, para mejorar su tecnología y para poder ofrecer a cada cliente soluciones adaptadas, a partir de un estudio serio y pormenorizado en estrecha colaboración con nuestros clientes.